lunes, 9 de mayo de 2011

mamá.



Me duele esta vez si ahí esta, levantate levantate porfavor, porfavor mirame pero no esa no es la mirada quiero la mirada de ayer la que dice que no es mañana.



Siento que sale, ahí se van las promesas, las sonrisas, los buenos días, las buenas noches, los cuentos, su olor, sus mentiras, su abandono, su perdón, su alegría, ahí se va se va su vida y yo detrás; le sujeto la tengo lo rozo, rozo su respiración cerca de mi, sus lágrimas, pero ya no hay sonrisas, solo despedida, solo dolor, solo desesperación.



No entiendo nada de lo que dice no tiene ninguna coherencia ha perdido totalmente la razón, lo único que si que se esque ya no quiere oler nunca más como el diga, los cristales del suelo lo dicen todo al igual que su silueta encima de ellos en la penumbra. Mamá mamá porfavor mamá porfavor siento que me arde la cara los ojos no puedo ahí va la primera lágrima, la de cristal.



Tal vez no perdió del todo la razón tal vez en algo no se equivocaba hay que cerrar esa puerta para no verle más pero no es a el a quien no hay que ver sino al pasado. Llevaté mis recuerdos hoy se vivir de ilusiones.

sábado, 7 de mayo de 2011

¿Ni siquiera a mama?



Un hombre joven, tocado ya de algunas canas, camina por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derrama sobre la Rambla de Santa Mónica como una guirnalda de cobre líquido.



Lleva de la mano a un muchacho de unos diez años, la mirada embriagada de misterio ante la promesa que su padre le ha hecho al alba, la promesa del Cementerio de los Libros Olvidados.


-Julián lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie. A nadie.

-¿Ni siquiera a mamá?-inquiere el muchacho a media voz.

Su padre suspira, amparando en esa sonrisa triste que le persigue por la vida.

-Claro que sí- responde-. Con ella no tenemos secretos. A ella puedes contárselo todo.


Al poco, figuras de vapor, padre e hijo se confunden entre el gentío de las Ramblas, sus pasos para siempre perdidos en la sombra del viento.